jueves, enero 25, 2007

Caos


... En ocasiones, llenamos con tantos pensamientos la habitación de la mente, que nos resulta imposible encontrar un sendero por el que transitar a través de ella ...

lunes, enero 08, 2007

Corazon creyente, cerebro crítico


Emocionalmente creyente y racionalmente escéptica.


Creyente porque sigo pensando en una cierta magia que solemos llamar suerte, azar, o providencia; porque aunque continúo modelando paso a paso a mi propio dios, pienso que hay en cada uno de nosotros una semilla de espiritualidad que nos impulsa a preguntarnos el porqué y para qué de nuestro existir; porque pese a que aún dudo que haya un mas allá, estoy convencida de que los que se van siguen estando presentes de alguna forma, aunque sea en la memoria de los seres, lugares y objetos que los vieron pasar...


Escéptica porque busco respuestas, usando para ello la lógica, el método y los conocimientos científicos que poseo a mi alcance; porque no me conformo con mirar la superficie si hay un fondo en el que hurgar; porque no me convence la apariencia fácil sino la realidad aunque sea relativa...

La curiosidad en mi es una necesidad: mis ojos miran el mundo tratando siempre de comprender. A veces lo consigo, otras no. Las respuestas que se escapan se convierten en retos pendientes; las dudas resueltas me dirigen hacia nuevas preguntas haciéndome avanzar. Pero la comprensión nunca me deja indiferente y el conocimiento, doloroso o no, no resta el valor ni la admiración o la decepción de lo conocido.


¿No es una maravilla contemplar la perfección de los pequeños detalles de un recién nacido por mucho que sepamos como se ha concebido y gestado? ¿Son menos hermosas las estrellas si sabemos su nombre o de qué están hechas? ¿Perdemos el miedo innato a lo desconocido cuando no creemos en fantasmas? ¿No nos salen las cosas bien y mal sea o no por azar?


En la estación del misterio, la creencia y el escepticismo son dos soluciones que se nos ofrecen ante las interrogaciones del camino, pero entre ellas existe todo un pasillo lleno de puertas entreabiertas que conducen a diferentes destinos...

Y bien... que cada cual, según le convenga, escoja su salida.

sábado, enero 06, 2007

Virgencita que me quede como estoy

Comienza un nuevo año... nuevos propósitos, nuevo trabajo, nuevo proyecto, nuevo amor ¿quizás?

Pasamos la vida deseando los cambios: los que viven en el interior desean ver el mar; los de costa ni siquiera miran la playa; añoramos la nieve en verano y buscamos el sol del invierno; nos quejamos del mal tiempo del otoño y lamentamos la ausencia de las lluvias en primavera; nos afanamos en arañar un minuto al fichar en el trabajo y no sabemos muy bien que hacer con nuestro tiempo libre cuando lo tenemos...

El caso es no estar conforme con lo que tenemos: dejamos de sorprendernos ante la inmensidad del océano, olvidamos admirar el paisaje de los campos de cereal de la meseta, no disfrutamos del sabor de los frutos secos ni nos alegramos con la explosión del renacer de la naturaleza...

Y cuando los cambios llegan... Nos asustamos. ¿Saldrá bien? ¿Hice lo correcto? ¿Y si...? Porque no siempre las cosas salen como uno espera o le gustaría, y es ese miedo a lo que pueda pasar lo que nos hace desear desde la inmovilidad, queriendo avanzar sin atreverse a dar el paso...

"Toda la vida esperando que pase algo, y lo único que pasa es la vida... "

Tal vez solo sea cuestión de recrearnos con el calor de nuestro hogar... y dejar la puerta abierta y un buen café preparado para recibir lo que pueda entrar.