martes, noviembre 23, 2010

Modera tu lenguaje...

“Cuidado con tus palabras”, “Eso no se dice”, “Mide tu lengua”, “Habla bien”

¿Por qué le tenemos miedo a la Palabra?

Nos enseñan desde pequeños a educar nuestro lenguaje para ser políticamente correctos, a contener nuestra voz para que no sea chivata de nuestros pensamientos, a modular el tono para que no revele nuestras emociones… Y acabamos por convertirnos en esclavos, olvidando que no es la palabra quien nos usa, si no nosotros quienes deberíamos usarla: tú eres el único dueño de lo que callas y de lo que dices, quien lo grita y lo silencia, quien lo adorna o lo simplifica, quien la da y quien la recibe.

Nuestras palabras, al igual que nuestros actos, nos definen; nos muestran tal y como somos, buenos o malos, listos o tontos, no importa… Cada vez que la cambiamos, o la ocultamos, o sencillamente, la disfrazamos para no dañar los oídos que no querrían escucharnos, la estamos traicionando y con ella a nosotros mismos, nos autoexcluimos de la lista de personas a admirar enviándonos el mensaje “no te gustas ni te aceptas; no eres la persona que quisieras ser”.


Ciertamente, es mucho más fácil, incluso hasta saludable, ser correctos y dejar que nuestras palabras decidan por nosotros que arriesgarse a abrir la boca y convertirte en la oveja negra del rebaño; porque al fin y al cabo, para qué engañarnos, lo que cuenta es gustar al otro y lo que los demás puedan pensar de nosotros…


¿No? jejeje

miércoles, noviembre 17, 2010

miércoles, julio 28, 2010

Manga larga... por si refresca

Mucho antes de que existiese el “Meteosat”, los hombres y mujeres del campo sabían, sin esperar al final de los informativos, si tenían que sacar el paraguas o el botijo. Bastaba con mirar al cielo, oler la tierra, sentir el viento, y descifrar una a una las señales de la madre Naturaleza para convertirse en avezado meteorólogo.



Y el mes de Agosto de cada año se convertía, por obra y gracia del saber popular, en el particular “espacio del tiempo” con predicción climatológica a largo plazo: las canículas.
Tal y como a mí me lo enseñaron, el día 1 de Agosto corresponde al “Juicio del Año”; el tiempo que hace esa mañana representa los seis primeros meses del año siguiente, y el de la tarde los seis últimos. El día 2 representa al mes de Enero, el 3 febrero, 4 marzo, y así sucesivamente hasta el 14 que volvemos a empezar la cuenta, esta vez hacia atrás, diciembre, noviembre, octubre… Y la última semana, del 26 al 31, que es algo así como el resumen para los que llegaron tarde.



No es ciencia, no se basa en pruebas ni en métodos, y probablemente para muchos falle más que una escopeta de feria; pero yo solo sé que, desde que me lo contaron mis mayores, cada agosto, por pura curiosidad, me fijo en el tiempo que hace, y cada agosto me sorprendo cuando de los 40 grados de julio pasamos los primeros días del mes a arroparnos con la sabanita. ¿Casualidad? Puede ser… Pero dicen por ahí que sabe más el diablo por viejo que por diablo, y el meteosat es un niño en pañales frente a la experiencia de toda una humanidad…

miércoles, enero 20, 2010

Erase una vez...

Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.


De un tiempo a esta parte me siento rodeada de personas que pretenden enseñarme el camino de la Verdad. No es que lo hagan con mala intención, pero en su afán de mostrarme su luz pasan por alto que, tal vez, yo ya tengo instalada mi bombilla. Hay muchos caminos posibles y muchas maneras de iluminar los senderos, depende de cada uno encontrar el que mejor se adapte a sus características, a sus tiempos, a sus deseos o a sus oportunidades.

Y mi sendero me lleva a complicarme cada día un poco menos, a encontrar las respuestas simples a las preguntas difíciles, a no cargar con lo inútil del pasado ni preocuparme más allá del horizonte que se presenta ante mis ojos.
En definitiva, a seguir los dictados del único dios que me he encontrado: la VIDA. Así, con mayúsculas. Toda forma de Vida, desde el microorganismo a la Supernova; pasada, presente o futura; realizada o por realizar; imaginaria o real; todo lo que nos rodea, lo que vemos y lo que no, lo que sentimos y aquello que no llegamos a percibir, no son sino otra cosa que manifestaciones de ese concepto “vida”, tan sencillo y tan enrevesado a la vez. Y no hace falta descorrer ningún velo para comprenderlo, es evidente. Sin embargo,nos empeñamos en buscar, en definir, un “agente creador” de la misma creación, una explicación que nos haga sentirnos importantes, que nos proteja del miedo a lo desconocido, un algo que le de sentido...
¿Y qué si no lo tiene? ¿acaso cambia algo el que lo sepamos? Dejemos de buscar el porqué y concentrémonos en disfrutar.
La Vida ya existía antes de que el germen de la primera bacteria que dio paso a la evolución fuera ni tan siquiera imaginado, y seguirá existiendo mucho después de que la memoria de la especie humana haya sido borrada en el infinito de los universos.

Me vais a permitir que me tome la licencia de parafrasear la sentencia del inicio:
“Puedes importar a todos algún tiempo. Puedes importar a algunos todo el tiempo. Pero nunca seras eternamente importante para todo el universo.”