viernes, agosto 18, 2017

Almas a media asta...

Entre todas las imágenes que desfilaron ayer ante mis ojos, una se quedó flotando en mi retina: un carrito de bebé empotrado contra un árbol, inmovilizado en un instante eterno… 

Sentí que me invadía un atronador silencio cargado de dolor y confusión, y allí, en esa imagen, me encontré de frente con el Abismo, un pozo profundo y oscuro del que escapaba lentamente el miedo, la ira, el odio y la sinrazón para extenderse como una plaga letal.

Hoy me despierto y veo a mi alrededor los invisibles zarcillos de ese abismo trepando por palabras y omisiones, hechos y opiniones, miradas y gestos, como una hiedra venenosa.


Y me siento tristemente sola, en medio de dos multitudes que reclaman venganza o piden tolerancia, sin ser conscientes de que es esa furia impotente, disfrazada falsamente de unidad, que los enfrenta la que alimenta a la bestia abismal que todos llevamos dentro: al caos no le importa qué Pandora le abre la puerta de su celda, sólo quiere salir…


No me duelen las víctimas, ni los políticos, ni las religiones, ni las opiniones, ni las lágrimas, ni los rencores… me duelen todos ellos. 


Hoy me duele el alma y la humanidad. 
Y me avergüenzo de pertenecer a esta especie.


No hay comentarios: