jueves, abril 23, 2020

Entre cuatro paredes.

El reloj del juicio final preocupado por el cambio climático, guerras, asteroides, terremotos e invasiones extraterrestres…. Y ha bastado un bichito microscópico para tambalear nuestro modo de vida y enviar al destierro nuestras creencias y tradiciones.
Hoy el Dragón le ha hecho un corte de mangas a san Jorge,  Jesucristo no ha resucitado y Fátima no saldrá de su cueva. No beberemos Manzanilla vestidos de lunares, ni nos pasearemos con Orgullo por Chueca. No habrá fuegos de Beltaine, ni puente de Mayo de plata. San Isidro no cortara la leña y los barcos no llevaran al mar a su patrona, y quien sabe si Jesús nacerá esta vez…
Un mundo sin cervezas con los amigos, sin comidas familiares, sin llantos en los entierros ni risas en los bautizos. Un  mundo sin besos, sin caricias y sin abrazos. Un mundo de distancias, miedos y soledad. ¿Os lo imagináis?
Y seguís discutiendo por quién tiene la razón, buscando culpables que son todos y son nadie.
A veces pienso que esta humanidad sólo tiene lo que se merece…



viernes, agosto 18, 2017

Almas a media asta...

Entre todas las imágenes que desfilaron ayer ante mis ojos, una se quedó flotando en mi retina: un carrito de bebé empotrado contra un árbol, inmovilizado en un instante eterno… 

Sentí que me invadía un atronador silencio cargado de dolor y confusión, y allí, en esa imagen, me encontré de frente con el Abismo, un pozo profundo y oscuro del que escapaba lentamente el miedo, la ira, el odio y la sinrazón para extenderse como una plaga letal.

Hoy me despierto y veo a mi alrededor los invisibles zarcillos de ese abismo trepando por palabras y omisiones, hechos y opiniones, miradas y gestos, como una hiedra venenosa.


Y me siento tristemente sola, en medio de dos multitudes que reclaman venganza o piden tolerancia, sin ser conscientes de que es esa furia impotente, disfrazada falsamente de unidad, que los enfrenta la que alimenta a la bestia abismal que todos llevamos dentro: al caos no le importa qué Pandora le abre la puerta de su celda, sólo quiere salir…


No me duelen las víctimas, ni los políticos, ni las religiones, ni las opiniones, ni las lágrimas, ni los rencores… me duelen todos ellos. 


Hoy me duele el alma y la humanidad. 
Y me avergüenzo de pertenecer a esta especie.


miércoles, noviembre 23, 2016

¿Algo se muere en el alma?

Confieso que, a estas alturas, ya hace tiempo que he asumido que soy un bicho raro, y quizás sea por eso que no deja de alucinarme observar el comportamiento humano. 

Llevo todo el día viendo cómo unos y otros entrecruzan dardos envenenados (y entono un mea culpa pues también yo he caído en la tentación de la opinión), con la oportuna excusa de la muerte de una persona de “dudosa” catalogación moral… 

Lo que me sorprende es que hablamos sobre la muerte sin pararnos a pensar que lo que estamos haciendo, realmente, es hablar sobre la vida:  sobre nuestra propia vida. La muerte,(nuestra muerte, en sí misma) no es mas que un acto biológico del que nunca podremos dar testimonio, de modo que sólo podemos hablar de lo que sentimos, los vivos, cuando nos enfrentamos a la muerte de otro ser humano, lo cual es, por paradójico que pueda resultar, una “experiencia de vida”.

Y como toda vivencia la experimentamos bajo los filtros de nuestras circunstancias, conocimientos, creencias, principios, etc. Lo que sentimos ante alguien que muere no es mas que la proyección de nuestro concepto de la muerte, unida a la catalogación que hacemos de esa persona,  a cómo la valoramos y a los afectos o rechazos que nos provoca. 

Cuando nos lamentamos, nos alegramos o permanecemos indiferentes, lo que decimos implícitamente es si el muerto nos caía bien , o mal, o ni fu ni fa, si lo echaremos de menos o no, si creemos que el mundo será un lugar mejor o peor sin su presencia, si estábamos de acuerdo o en contra de sus actos, si lo queríamos o lo odiábamos… En definitiva, estamos hablando de nuestra vida, disfrazándolo de falta de respeto u homenaje al difunto…

El problema se plantea, como suele ser habitual, cuando pretendemos que los demás compartan nuestro punto de vista y reaccionen de la misma forma, algo que, obviamente, es imposible…

Cada muerte que se cruza en nuestro camino es única e irrepetible porque cada ser humano es único e irrepetible, y no importa cual sea el tañido de la campana, siempre doblará por ti, el vivo que la escucha, lanzando al aire la melodía que eres, creada con las notas de tus palabras…



domingo, febrero 21, 2016

Azul...

Ojos de cielo.
Todo lo miran,
Todo lo observan,
Todo lo ven…

Lengua mordaz,
Que al aire lanza sus verdades
Con suaves palabras
Vestidas de sinceridad…

Manos hábiles
Que entregan todo lo que tiene,
Y acarician con ternura
lo que quiere...



Un Pensador que sueña,
Un Soñador que anhela,
Un cerebro en un Corazón.

miércoles, julio 08, 2015

120 Grados.

Desde la última vez que abrí mi mundo a este blog han pasado muchas cosas...

Una autentica montaña rusa de pensamientos, emociones, sentimientos : un descenso a los infiernos de mi Yo, un paseo al otro lado del espejo de mi mundo interior,un recorrido por el tiempo inexistente del ayer, el hoy, y el mañana.

El vértigo  me ha impedido ver el paisaje, pero Hoy siento que puedo disfrutar el viaje. 
 
No se cúal es mi estación de destino, ni me preocupa, no me inquieta dónde, o cómo me detendre... 
Simplemente quiero seguir viajando, y todo lo demás... "francamente queridos, me importa un bledo".

Mallorea ha vuelto. 


"

lunes, julio 14, 2014

¡BUEN CAMINO!



Hace algún tiempo escribía en este blog sobre los peregrinos del camino de Santiago, preguntándome que sentían y qué motivos les habrían llevado hasta allí… Hoy mis palabras nacen del otro lado, hoy soy yo la peregrina.

Quince días de caminar, de pies doloridos, piernas cansadas y brazos abrasados por el sol. De encuentros, pérdidas, reencuentros y despedidas. Besos y abrazos, gratitud y la “morriña” al regresar. 

Ahora sé lo que se siente cuando tus botas pisan las piedras del Obradoiro y te dejas caer, agotada, bajo la sombra de las torres de la imponente Catedral: satisfacción, pena, alegría, cansancio… una amalgama de emociones difícil de explicar. Una experiencia inolvidable, una droga que se cuela por tus venas día a día y te hace desear más, continuar, repetir.

A ratos, sola, a ratos en compañía, siguiendo las huellas del que va delante, o escuchando los pasos del que viene detrás.  En el silencio aparente de los bosques, el bullicio de los descansos, el rumor del agua y el ulular del viento, las conversaciones de las aves.
Entre los verdes, marrones, y azules que dibuja el paisaje a tu paso.

Hay un camino para cada caminante, una razón, un pensamiento, una emoción.   
Hay un sonido para cada oído, una postal para cada mirada, un sentimiento para cada corazón. 

Fuera del espacio y tiempo de nuestro mundo particular, se instala la rutina diaria del caminar: el despertar con el sol aun no nacido, cremalleras sonando, haces de luz en la oscuridad; y un paso tras otro siguiendo la senda de amarillas flechas en busca del próximo albergue, el deseado destino al final de la jornada; duchas, colada, cena y momentos de relax… y la luna nos mira dormidos, en los sacos, soñando quizás con el fin de la tierra y el merecido reposo del guerrero.  Y con el nuevo día, vuelta a empezar…

En el Camino no hay país, ni religión, ni clase social. No importa de dónde vengas, lo que eres o lo que tengas. Todos somos “tortugas con la casa a cuesta” con un mismo objetivo: llegar hasta el final.  Nos reconocemos, nos entendemos, nos comunicamos en una curiosa mezcolanza de gestos e idiomas, nos contamos nuestras experiencias, nuestros anhelos, compartimos dolores, cremas e ibuprofeno, una comida, una cerveza, un café… Historias de vidas ajenas, anécdotas, buenos deseos de mejora y prosperidad. 

El Camino marca, sin que te des cuenta;  al acabarlo todos volvemos a nuestro universo de trabajos, familia, amigos y preocupaciones, pero ya nada es igual, algo ha cambiado en nuestra mente, algo se queda escondido en el rincón más profundo del alma, algo que nos enseña que pese a todas nuestras diferencias, al fin y al cabo, no somos más que un molde de carne y huesos relleno de eso que hemos dado en llamar “humanidad”… 

De un modo u otro, todos somos peregrinos en el Camino de la Vida, con la mochila llena, a medias o vacía, cada cual es responsable de aquello que quiera cargar, pero al final de nuestro peregrinaje, cuando lleguemos a nuestro “finis terrae” todos dejaremos atrás nuestro equipaje para descansar, o caminar  más livianos, quizás, por esos otros senderos del más allá…
¡¡BUEN CAMINO!!


jueves, abril 24, 2014

Ella



 












Perdida.
En la inmensa soledad de un vacío infinito.
En una vía láctea de promesas incumplidas.
En un universo de desilusiones.

Cansada.
De predicar en un desierto.
De buscar  un imposible.
De caminar a ninguna parte.

 Herida.
Por una traición no esperada.
Por un cariño malgastado.
Por una decepción malhadada.

Una sombra del Ayer , que no vislumbra su Mañana…

jueves, marzo 13, 2014

Confesiones de un corazón herido...



Rara, diferente, extraordinaria, única, sorprendente, autentica, excepcional, estupenda, loca, colgada, divertida, inteligente, leal, responsable, fuerte, romántica, traviesa, valiente, buena… “especial”
Son algunos de los calificativos con los que me han descrito en mi vida. Si, molan, es halagador y se agradece que te los digan… pero lo cierto es que empiezo a estar hasta los mismísimos (léase lo que se quiera): ¡cojonuda , pero sola!

A veces no puedo evitar sentirme como una jodida muñeca de porcelana en el escaparate, todos la ven y la admiran, alguno hasta la toca, pero ninguno se la compra. 

Hoy  mi amante se ha convertido  en  mi  amigo. No era lo que yo quería, pero él lo ha decidido así  y se ha buscado otra zorra con la que divertirse…
Lo conocí perdido y le ayudé a encontrarse; le entregué  todo y no resultó suficiente. Lo que recibí de él lo atesoro en lo más profundo de mí, y aunque lo agradeceré siempre, pagué por ello un precio muy alto: el del último pedazo de mi alma.

Dicen que debo olvidarme, que quien no me supo valorar no se merece mi  dolor, y probablemente tengan razón, pero ya se sabe de ese músculo bobo que no atiende a razones.
Dicen que el tiempo lo cura todo, pero los recuerdos duelen y las cicatrices permanecen.

Quisiera despertar sin el frio de la amargura recorriendo mis venas; desearía desterrar la rabia  y la impotencia de mi mente; querría viajar al pasado y borrar el momento exacto en el que todo cambió; me gustaría poder mirarle a los ojos sin gritarle un “¿por qué?”… imbécil de mí lo que anhelo es que me abrace y me cubra de besos y me susurre al oído que todo fue una maldita pesadilla.
Pero despierto del sueño, y el eco de la risa de su puta me devuelve a la cruda realidad.

Y por enésima vez, la muñeca en el escaparate sigue llorando…

Me ha herido recatándose en las sombras,
sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
partió me a sangre fría el corazón.
Y ella prosigue alegre su camino,
feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?
Porque no brota sangre de la herida.
Porque el muerto está en pie.

lunes, septiembre 30, 2013

EN LAS MARISMAS DE LOS SUEÑOS...



 En las marismas de los sueños,
ciénagas putrefactas
donde el tiempo no existe
y el espacio se ahoga en silencio.
 
En el desierto del dolor,
bajo un sol, juez implacable,
que condena y castiga
las inocentes arenas de la pena.

En las profundas selvas de la mente,
oscuridades vírgenes
donde marañas de pensamientos
atenazan las raíces de la razón.

En la isla de la percepción,
sin barco a la vista ni mensaje en botella
que rompa la inmutable rutina
de un horizonte circular.

En la jungla de la comunicación,
con lianas de palabras y sentencias
que escupen sin medida
las  lenguas audaces.
 
En las montañas de la emoción,
gigantes de blancas sienes
custodios de valles preñados
con ríos de sentimientos.

En las fosas abisales del fracaso,
morada de monstruos pretéritos
pobladores de pesadillas
presentes y por venir.


En los campos del esfuerzo,
sembrados con la semilla agridulce
promesa de una cosecha
prolífica y reconfortante.

En la playa del placer,
los desnudos cuerpos
bañados por el azul transparente
de unas cálidas aguas.

En los caminos de la incertidumbre,
encrucijadas desconcertantes
con señales de ansiedades
que no conducen a destino alguno.

En el bosque del deseo,
donde las ilusiones escapan
como mariposas fugaces
de una primavera por llegar.

Por tierra, mar y aire;
en todas y ninguna parte; 
la he buscado, infatigable,
pero nunca está…