viernes, diciembre 22, 2006

Doce uvas, doce deseos...


1º Campanada: Que israelíes y palestinos dejen de matarse entre ellos y aprendan a convivir en la misma tierra. Al igual que todos aquellos que se enfrentan en las absurdas guerras.

2ª Campanada: Que, respetando la memoria de los que murieron, las negociaciones con terroristas lleguen a puerto, para que no debamos llorar a nadie más.

3ª Campanada: Que la riqueza, la abundancia y la saciedad se impongan a la pobreza, la miseria y el hambre.

4ª Campanada: Que los violentos descubran que una sonrisa puede mil veces más que una bofetada.

5ª Campanada: Que se encuentre la cura al cáncer, sida, y todas las enfermedades que hacen sufrir al hombre, para que tengamos una mejor calidad de la efímera vida que nos ha tocado.

6ª Campanada: Que la diversidad sea un motivo para unirnos y tolerarnos, y no una excusa para la discriminación.

7ª Campanada: Que los gobernantes luchen por ofrecernos lo que todos necesitamos. Un trabajo digno y un techo que nos cobije.

8ª Campanada: Que cada uno de nosotros enseñe a su hijo a amar la libertad, respetar a los demás y valorar el amor como el mejor tesoro.

9ª Campanada: Que los niños se dediquen a ser niños con un único trabajo ¡jugar!

10ª Campanada: Que seamos capaces de reconocer nuestros errores, pedir perdón y agradecer lo que tenemos.

11ª Campanada: Que la madre tierra sea compasiva con sus hijos y no castigue nuestra estupidez con catástrofes; y que los hijos aprendamos a cuidar y proteger a esta madre.

12ª Campanada: Que no pierdas nunca la ilusión de tus sueños, la meta de tu camino, la sonrisa de tu espejo, ni el latir de tu corazón.

¡¡¡¡ FELICES FIESTAS!!!!









¡uys! Estas debajo del muérdago MUUUAAACK

martes, diciembre 12, 2006

¡Feliz solsticio de invierno!

Las autoridades ateas advierten que el abuso de la Navidad puede producir determinados efectos: excesos alimentarios, resacas incontroladas, noñeria generalizada, ulceras de bolsillos, tarjetacredialgia, hipocresitis aguda, ataques de consumismotemia, alucinaciones ornamentales, síndrome de peleasfamiliarex, etc.

Si usted siente algunos de estos síntomas… ¡vayase al Tibet!

Ya estamos en Navidad… Lo dicen las lucecitas de colores de las calles, los niños cantores de Viena que suenan en las tiendas, los fabricantes de turrones y polvorones, los productores de cavas, y hasta cierto asturiano con gaita…

Y de repente nos vemos invadidos por Belenes que brotan como champiñones, arbolitos por doquier, papas noeles en cada esquina, y carteles de cotillón con barra libre, gorrito y matasuegras.

Que conste que no tengo nada en contra de las navidades… como no tengo nada en contra del Januka, el Ramadán, o los ritos Higan.

Lo curioso es que todavía nadie me ha obligado a encender un candelabro, ayunar o bañarme en un río para purificarme. Y no, tampoco me han llevado a la Misa del Gallo a la fuerza, pero casi…

Parece que si no adornas tu casa, te comes las uvas y les escribes la cartita a los Reyes Magos eres un espécimen raro y peligroso.
Y hagas lo que hagas no te puedes esconder: o celebras la navidad, o la celebras. Es decir, te tragas los puestos navideños, los villancicos, los petardos, las películas de milagros, y las campanadas, eso si, con champán.

A no ser que seas el feliz propietario de un bunker, tengas una cuenta corriente que te permita huir a siberia o te transformes en un oso capaz de hibernar desde primeros de diciembre a mediados de enero…

En fin, pues nada, seré una perfecta ciudadana de un país “aconfesional” y os felicitaré la Navidad
(Si si, ya sé que es algo pronto para eso, pero ¡qué demonios!, si el “tajo del Reino Unido" la empieza a anunciar en septiembre… ¿no voy a poder yo felicitaros con una semana de antelación?)

Lo dicho, que seáis felices y se cumplan vuestros deseos… pero que os suceda cada día, de cada mes, de cada año que dure vuestra vida.