sábado, enero 06, 2007

Virgencita que me quede como estoy

Comienza un nuevo año... nuevos propósitos, nuevo trabajo, nuevo proyecto, nuevo amor ¿quizás?

Pasamos la vida deseando los cambios: los que viven en el interior desean ver el mar; los de costa ni siquiera miran la playa; añoramos la nieve en verano y buscamos el sol del invierno; nos quejamos del mal tiempo del otoño y lamentamos la ausencia de las lluvias en primavera; nos afanamos en arañar un minuto al fichar en el trabajo y no sabemos muy bien que hacer con nuestro tiempo libre cuando lo tenemos...

El caso es no estar conforme con lo que tenemos: dejamos de sorprendernos ante la inmensidad del océano, olvidamos admirar el paisaje de los campos de cereal de la meseta, no disfrutamos del sabor de los frutos secos ni nos alegramos con la explosión del renacer de la naturaleza...

Y cuando los cambios llegan... Nos asustamos. ¿Saldrá bien? ¿Hice lo correcto? ¿Y si...? Porque no siempre las cosas salen como uno espera o le gustaría, y es ese miedo a lo que pueda pasar lo que nos hace desear desde la inmovilidad, queriendo avanzar sin atreverse a dar el paso...

"Toda la vida esperando que pase algo, y lo único que pasa es la vida... "

Tal vez solo sea cuestión de recrearnos con el calor de nuestro hogar... y dejar la puerta abierta y un buen café preparado para recibir lo que pueda entrar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay nada como esperar sentado y con calma al futuro. Mirar tranquilamente por la ventana admirando el paisaje que nos rodea y disfrutando de nuestro entorno, de lo nuestro.
¿Para qué apurarse si todo llega (y, además, a su debido tiempo)?

Un saludo^^

Anónimo dijo...

Otro año buscando inútilmente el Deseo. Aquello que perdimos en algún recodo de la Historia y que en los tiempos en los que vivimos fue sustituido por la Nada. Hoy es lo que toca, pero no abandonaremos...

DR Barbara dijo...
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