lunes, julio 17, 2006

Desolación

Hoy he visto un nuevo incendio en los alrededores de mi ciudad.
Puedo entender la fascinación por el fuego; todos nos hemos quedado embelesados alguna vez mirando las llamas de una hoguera. Lo que no puedo entender es que aquel que enciende el mechero sea capaz de mirar el paisaje que queda después sin que las lagrimas surjan...

Soy “propietaria” de una pequeña parcela; un olivar de apenas sesenta árboles del que reniego cada invierno, cuando me toca ir a recoger su producción... Y cada vez que piso esa tierra siento cómo mis pies echan raíces, tan profundas y fuertes como las de los viejos olivos que me rodean. He caminado sobre ese terreno desde que era tan pequeña, que me resultaba más fácil coger las aceitunas del suelo que arrancarlas de las ramas más bajas del olivo. No es un simple pedazo de tierra, es un ancla hecha con eslabones de recuerdos que me atan a los míos, a lo que soy y al lugar del que procedo. Mi padre cuidó de ella con mimo para que diera sus mejores frutos, como lo hizo su padre antes que él, y el padre de su padre...
Ahora es mi turno. Y se me encoge el corazón solo de pensar que un día la pueda ver devastada por las llamas.

Tras el fuego lo único que queda en la retina es una imagen de desolación y muerte.
Los recuerdos se conservan en la memoria, el esfuerzo y las ilusiones se recuperan al tiempo que la propia naturaleza se regenera... Pero lo que nunca se borra es la negra mancha que tizna el alma de aquellos que amaron la tierra quemada que contemplan... la mancha de la rabia, el miedo y el dolor.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez más das en el clavo con tus escritos, felicidades :)

Entiendo muy bien lo que sientes, yo no tengo campo ni terrenos, pero aún recuerdo la primavera que fuimos al parque de Los Alcornocales a reforestar una zona que se había quemado el verano anterior. Esa zona era nuestra, nuestra obra, esos árboles eran nuestra aportación para que esa zona volviera a ser lo que fue antiguamente.

Sé que entenderás perfectamente la rabia que sentí (y que todavía siento cuando lo recuerdo) cuando ese mismo verano, esa zona fue de las primeras en las que hubo un incendio, todo lo que hicimos y el cariño que pusimos en esos árboles se lo llevó el fuego en menos de un día.

Besos y sigue así :********

Mallorea dijo...

Claro que si lo entiendo :) Duele que un malnacido por una imprudencia, o que una incompetencia de los responsables, destruya en un momento tu trabajo y tu corazón...

ARD dijo...

Todos los veranos la misma historia y por desgracia en muchas ocasiones los incendios tiene como causa intereses oscuros.

Mordisquitos dijo...

Es la primera vez que comento en este blog.

Recuerdo los incendios de Valencia de Alcántara en 2003. Creo que todos quedamos un poco marcados por ello. Yo era un visitante asiduo a la localidad, y aunque me maravillaba de la tremenda naturaleza salvaje que allí se conservaba, no podía más que temer cuando al caminar me hundía en una capa de más de 20 cm de humus y hojas secas. Perfecto pasto para el fuego.

Te felicito por tu blog, en verdad me ha encantado.

Mallorea dijo...

Gracias Estepario :)

Extremadura tiene todas las papeletas para convertirse cada verano en pasto de las llamas, pero lo triste es que la mayoria de esos incendios obedecen a oscuros intereses... No se puede luchar contra la naturaleza desatada, pero si contra la mano del hombre. Y tb se puede y se debe poner todos los medios necesarios al alcanze de los profesionales forestales que protegen nuestra tierra dia a dia.

Un saludo paisano :)