jueves, octubre 05, 2006

¡Bendita locura!

El caballero de la triste figura, el loco por antonomasia: pensador de sueños, vencido por la realidad.

Todos tenemos un algo de Quijote en nuestro interior. Todos tenemos, o hemos tenido, una ilusión de nombre “Dulcinea” que miramos con los ojos del corazón en lugar de con los de la cara. Y todos deberíamos tener a nuestro lado un fiel escudero, que aun sabiéndonos en la luna, nos acepte y nos apoye con la fuerza del cariño nacido de la amistad.


Si Cervantes tuviese que escribir hoy en día su novela tendría una extensa gama de modelos entre los que escoger a su protagonista. Podría ser un millonario que reparte su dinero; un cantante que regala sus canciones en el metro; un periodista que busca y difunde la verdad; un banquero que concede créditos con el aval de un apretón de manos; un religioso que bendice las uniones homosexuales; un profesor que enseña lo que no está en los libros; una madre que no aborta al hijo con problemas; un político que cumple sus promesas; un medico que cura sin recetas; un funcionario que nos sonríe; un futbolista sin contrato; un historiador que cuenta la versión de los perdedores; o un fracasado que no piensa en el suicidio.

A cada uno de ellos los miraríamos como a bichos raros, parias de la sociedad, insurrectos del orden establecido. Pero debajo de esa mirada de desprecio se esconde tímidamente la punzada de la envidia, la rabia de no ser como ellos, la desazón de sentirnos atrapados en el sistema, y la pena por haber relegado al país de la nada nuestros sueños de rebelión y justicia.

Ilusiones sacrificadas en el altar del bienestar.

Don Quijote no estaba loco. Sabía perfectamente que su lanza ensartaba ovejas y no ejércitos de infieles… pero decidió que la realidad que le había tocado vivir no era la que él amaba y quiso cambiarla.

Y es que, en ocasiones, no se trata ya de saber si son gigantes o molinos, si no de revestir nuestros miedos y problemas con el disfraz contra el cual nos sentimos capaces de hacerles frente, y luchar para convertir lo que “es” en lo que quisiéramos que fuera.

Sin que nos importe en lo más mínimo que el resto de la humanidad tan solo vea a un loco lanzándose contra una pared.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro Mallorea, en el mundo de los cuerdos no paran de asombrarse y de querer pasarse a este lado, al mundo de la locura, donde todo es posible, y no existe la rutina.

Te esperamos

Besos

Octavio

Acuarius dijo...

oM

Anónimo dijo...

Es hermoso comprobar como hay personas como tú, que a pesar de que hayan cambiado tanto los tiempos, puedan seguir viendo Quijotes en la actualidad.

Esa es una bendita locura para los que estan fuera del sistema, porque sienten diferente y con otra intensidad, pero lamentablemente, al final, son devorados por los "cuerdos"...Es lo que yo he podido ver. Ojalá algún día venzan los locos y los nocturnos :)

Nellifer

Anónimo dijo...

Leídas de corrillo, hay varias entradas que parecen tener un cierto trasfondo, una relación más o menos profunda entre ellas. ¿Me equivoco? ;)