viernes, octubre 20, 2006

Dulce Otoño

Llega el otoño. Y con él la tan deseada lluvia.

Por fin vuelve de nuevo la maravillosa sensación de meterse bajo el edredón, y escuchar el sonido de las hojas movidas por el viento en que cabalga la tormenta.

Adoro la llegada del clima helado.

Quizá por que fueron los últimos fríos invernales quienes acogieron mi llegada a la vida; tal vez porque fue la oscura luz de un cielo plomizo lo primero que me mostró el mundo; o puede que sea el olor de la tierra mojada que impregnaba el ambiente en el viaje hasta mi hogar.

Prefiero el vaho de las mañanas otoñales al sudor de las siestas veraniegas; el calor de las confesiones en el brasero a los cuchicheos con crema de las toallas en la playa; la tempestuosa bravura de una mar arbolada al espectáculo de un riachuelo semi-seco; la recogida calma de la ciudad bajo el paraguas a la bulliciosa nocturnidad de las terrazas; el blanco manto de las montañas nevadas a los amarillentos campos de cereales agostados; el sabor de un cafetito caliente al helado de chocolate de turno…

En los Idus de Marzo se renueva mi ciclo biológico; unos días después, el equinoccio primaveral celebra el comienzo de la nueva estación y para mi llega el momento de tejer el capullo en el que se encerrará mi alma para protegerse del implacable sol, y esperar la venida de una nueva estación de hojas muertas.

Será entonces cuando despliegue mis alas de mariposa recién nacida, y vuele entre las primeras brumas, cuando el mundo de lo desconocido abra sus puertas y le muestre a los curiosos atrevidos el camino de ida y vuelta al reino del tenebroso Hades.

No hay comentarios: