lunes, mayo 15, 2006

Dejate caer y ábreme los brazos...

Confianza. Un bello concepto.
Existe una técnica que se usa en terapias sobre la confianza. Consiste en ponerte de espaldas a la persona, o personas, en las que has de confiar y, sin mirar hacia atrás, dejarte caer a plomo esperando que te sujeten antes de que llegues al suelo.

Parece fácil ¿verdad? Pues no lo es.

Por muy segura que creas estar de quien está detrás de ti, la sensación que recorre tu cuerpo mientras te dejas caer es lo más parecido al pánico que pueda imaginarse; pero cuando notas unas manos que te sujetan, a escasos centímetros del suelo, el miedo se libera en una explosión de felicidad, un orgasmo de autentica satisfacción e infinita gratitud...

Después te toca a ti ponerte detrás; y no, tampoco resulta sencillo.

Piensas “la voy a coger”, y el diablillo malvado de tu cabeza te responde “¿y si no puedes con ella?” “¿De verdad se merece que la sujetes?”; ¡zas! Extiendes las manos y consigues que no caiga, y te sientes bien. Pero basta con que la duda se prolongue un segundo más allá de lo necesario y ya es demasiado tarde. Y el ruido que hace su cuerpo al golpear en el suelo resuena como un eco en tu corazón.

Aunque, en realidad, el resultado es lo de menos, no es el final, sino el principio lo que vale. Ya sea en una u otra posición tú solo eres responsable de lo que tú haces; no tienes capacidad para saber o influir sobre lo que la otra persona va a hacer, y ahí es precisamente donde reside la confianza. Es uno mismo quien decide si dejarse caer o no; y uno mismo también quien alarga o encoge los brazos: uno mismo quien confía y da confianza.

Duele que te dejen caer; duele también que no se dejen caer.

Pero no importa cuantas veces golpees el suelo, o cuantas te queden con los brazos abiertos esperando. Porque si no te lanzas, nunca descubrirás quien está dispuesto a sujetarte; y si no abres tus brazos, jamás sentirás la inmensa alegría que supone recibir a alguien en ellos...

5 comentarios:

Brath dijo...

Pues yo confié en alguien y deje caer todo mi peso una vez y me encontré con el suelo... Ya no volveré a probar el puenting sin cuerda, solo confío en mi mismo que es lo que importa...

Saudos

Mallorea dijo...

es cuestion de cada uno :) quizás algun día sin querer tirarte, tropieces y te recojan... y entonces veras que no todo el mundo es igual :P

CocOoLoCoOo dijo...

galaecia a veces la cuerda falla, pero puee ke kaigas sobre algodon xDDD
La vida gira y giraa y giraaa

Salud y legalización :P

Anónimo dijo...

En la novela "Contacto", de Carl Sagan, hoy en día más conocida por la película basada en ella, un predicador amigo de la protagonista pone en duda la universalidad de la ciencia. Ella le propone un reto: afirma que sería capaz de enfrentarse a una ley física sin titubear. Propone la ley del péndulo: usando un péndulo de Focault (uno con un peso tremendamente pesado), dice que es capaz de poner su cara pegada al péndulo, soltarlo y esperar a que vuelva, confiando en la ley física que dice que en ningún momento el péndulo va a aumentar su amplitud, sino sólo disminuirla. Si se equivoca y el péndulo tiene más amplitud de lo predicho por la física, éste le aplastará la cabeza. ¿Sería capaz el predicador, por contra, de confiar en su dios y, tras soltar el péndulo, ubicar la cabeza unos diez centímetros más cerca, confiando en que ese dios paralice el péndulo antes de que le toque?

La resolución del envite es un tanto anticlimática. Cuando el péndulo se acerca a la protagonista, ella duda y aparta la cabeza. Alega que está luchando contra siglos y siglos de evolución que hacen que tenga miedo cuando un objeto se acerca a sus ojos. Cuando el predicador se decide a poner en práctica su parte de la apuesta, un guardia del museo los sorprende y se para la acción ahí.

A veces me pregunto si yo apartaría la cabeza. Pienso que no lo haría, pero muchas veces, y ésta quizá sea una de ellas, no puedes saber lo que harías en cierta situación hasta que la vives. Ver una mole de acero acercándose a ti a toda velocidad debe de ser muy intranquilizador.

-- Pedro Gimeno

Herel dijo...

Otro factor a tener en cuenta que es tu caída beneficie de algún modo a quien te sugiere tirarte y posteriormente te deja caer.