domingo, abril 09, 2006

¿Por quién doblan las campanas?

¿Os habéis fijado en cuantas iglesias modernas tienen campanario? No sé si son muchas o pocas, pero de lo que estoy segura es de que en la mayoría de los casos es un mero elemento arquitectónico.

Antiguamente, y hasta hace no mucho en los pueblos, las campanas cumplían una función social: cantaban en el momento de la vida para festejar un nacimiento, incluso diferenciando con sus notas si era bebito o bebita el recién nacido; lloraban en el momento de la muerte, con un lento doblar que entristece el alma; gritaban "a rebato" anunciando el inminente peligro; y repicaban llamando a los lugareños a reunirse en la plaza del pueblo.

Llamaban, si... porque las campanas no lanzaban sus notas para que se las llevase el viento, sino para que llegasen a oídos de aquellos a quienes estaban destinadas. Y al oírlas los vecinos salían a la calle...
¡ Otra boca que alimentar, pero esta vez ha sido un niño... un hombrecito para que ayude a su padre en el campo! ¡ Era ya muy mayor el tío Matías, que en paz descanse! ¡ el fuego es en la linde, pero si no nos damos prisa se meterá en las viñas! ¡ ¿Tu sabes qué pasa? Será para lo del aceite...! Y entre el niño, el anciano, el fuego y el aceite, los aldeanos hablaban de sus cosas, sus familias, sus sueños, sus miedos y alegrías... de la Vida en general.

Hoy las campanas ya no suenan. Nuestras campanas son ahora los medios de comunicación; a nuestros sentidos llegan diariamente cientos, miles de noticias, y en nuestras manos está saber que hacer con esa información.
Tal vez estas "campanas" lleguen más lejos y más rápido, pero han dejado de llegar al corazón... Nos asomamos cada día al televisor de nuestro salón y nos entristecemos con las víctimas del terrorismo, pero aumentamos el volumen de la música para no escuchar el llanto del anciano que se ha quedado solo; Acompañamos a los famosos en sus bodas, divorcios, fiestas y viajes, pero subimos en el ascensor con un vecino que no sabemos ni cuantos hijos tiene; admiramos a los cantantes, futbolistas y actores, y miramos indiferentes cómo el local de la esquina pasa de carnicería a peluquería y luego a ciber, sin pensar en el dinero y energías que perdieron aquellos que montaron un negocio que fracasó...

Es bueno estar informado, pero no nos damos cuenta de que "los árboles no nos dejan ver el bosque". Quizás sería bueno que de vez en cuando apartáramos nuestros ojos del televisor y no fijásemos en nuestro alrededor, porque todos tenemos una alegría que quisiéramos gritarle al mundo, o una pena que nos ahogaría menos si tuviésemos un hombro sobre el que llorar... Pero si no nos preocupamos de los demás, ¿ cómo podemos esperar que se preocupen de nosotros?... ¿Queremos ser autómatas de emociones a distancia?...

¿Hoy ya no suenan las campanas? Si, las campanas siguen sonando pero nosotros hemos dejado de escuchar y si no lo remediamos pronto lo único que oiremos será doblar.
Y como alguien dijo una vez "No preguntes por quién doblan las campanas. Doblan por ti" Siempre por ti...

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